Todos sabemos lo que es un incompetente.
Y también sabemos lo que esa especie puede causar en la productividad de nuestros negocios y en la nuestra propia.
Yo te aseguro que lo sé, porque he convivido con más de uno.
Ahora bien, también es cierto que muchas veces he sido yo mismo quien ha provocado la situación.
He sido yo, por mis propios errores, o por culpa de las circunstancias de mi empresa, quien los ha convertido.
Porque muchas veces, aunque lo parezcan, no son incompetentes.
En mi caso, he tomado decisiones estratégicas erróneas, o incluso he despedido personas por culpa de…
- Haber contratado personas para un puesto especializado, cuando no eran profesionales de esa actividad.
- No haber formado adecuadamente a las personas en el puesto que debían desempeñar.
- No haber sabido motivarlos para que trabajaran entusiasmados.
- No haberles dejado 100% claro cuáles eran las funciones que debían desempeñar.
- No haberles informado -y ni siquiera haber tenido claro yo- los parámetros que determinarían su eficacia en el puesto.
- Haber permitido que mandos intermedios, incluyéndome yo mismo, dieran órdenes confusas o erróneas.
- Haber ofrecido condiciones laborales “injustas” por no haberlas pensado bien, o por no haber podido mejorarlas por la situación de la empresa
- Haber marcado objetivos tan complicados que les llevara a pensar que era imposible conseguirlos
- No haberles dado herramientas adecuadas para el mejor desempeño de su labor.
Y todo esto, y unas cuantas cosas más que cuando me paro a pensarlas, solo me recuerdan lo poco que sabía de gestionar una empresa, son las que provocaban que personas que, probablemente fueran fantásticas, se convirtieran en incompetentes a mis ojos.
Al final, como ya te he dicho más de una vez, el éxito de nuestra empresa depende mucho, por no decir todo, del personal que tengamos.
Y siempre vamos a poder encontrarnos en situaciones en que algún empleado no cumple con nuestras expectativas de eficacia.
Por eso es fundamental que seas capaz de identificar cuándo es un problema del propio empleado, y cuándo eres tú quien está generando el problema.
Porque, como has visto antes, es posible que el trabajador no sea ineficaz, y que seas tú y tu ánimo por hacer que tu empresa sea mejor, la que te convierta en un exigente e inconformista “tirano” al que es difícil seguir el ritmo.
Así que mi recomendación de hoy es animarte a que cuando te enfrentes al típico incompetente, pongas todo de tu parte para identificar si es él el que la trae de casa, o si eres tú quien se la está endosando.
Porque la falta de eficacia en un solo empleado puede reducir la productividad de tu empresa a un nivel que no te imaginas.
Y si la empresa es improductiva, tú también lo serás.
¡Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – Antes de despedir a alguien por ineficacia, estate seguro de que es un problema del propio empleado, porque si no, te sentirás muy mal.