La mayoría cree que ser productivo es tener las tareas bien organizadas y unos objetivos claros y bien planificados.
Pero que va, eso sólo es una parte del trabajo.
Porque ser productivo es algo mucho más “profundo” que requiere de configurar tu mente y tu vida en pos de alcanzar la visión que tengas.
Y requiere modificar hábitos.
Ahora bien, lo «duro» de modificar hábitos es que implica dejar atrás unos para incorporar otros.
Es decir, que para hacer cosas nuevas y ¿mejores? antes has de dejar de hacer lo que haces, incluso aunque también te parecieran buenas.
Te lo explico mejor.
Verás, si lo que quieres es levantarte más temprano para poder trabajar más tranquilo o porque te faltan horas en el día, antes vas a tener que dejar de ver la televisión hasta las tantas de la noche.
Para poder dedicarte a las tareas importantes, antes debes estar dispuesto a delegar las que son menos importantes.
Para poder disfrutar de fines de semana sin pensar en el trabajo todo el rato, antes tienes que dedicar horas a planificar la siguiente semana.
¿Ves por dónde voy?
Vale.
Entonces, ¿cómo se hace este cambio?
Pues básicamente haciéndote preguntas y reflexionando.
En concreto sobre si realmente quieres hacer el cambio y te beneficia, y a qué vas a tener que renunciar para ello.
Pongamos el ejemplo de que quieres empezar a levantarte más temprano y para ello debes dejar de ver la televisión hasta las tantas de la noche.
Está claro que madrugar te ayudaría a mejorar tu desempeño y con ello conseguirías que tu empresa funcionase mejor y tuvieses más tiempo libre.
¿Pero merece la pena a cambio de dejar de acostarte tarde?
Porque si te acuestas tarde porque te gusta ver la televisión, está claro que sí.
Pero si lo haces porque es el único rato que tienes en el día para estar con la familia, pues ya no está tan claro que la merezca, ¿no?
En este caso tendrías que seguir reflexionando sobre por qué este es el único rato que tienes para estar con la familia.
¿Es porque es cuando ellos están, o es porque vuelves tarde de trabajar?
Si es por lo primero, a lo mejor sigue mereciendo la pena estar menos rato con ellos por las noches e ingeniártelas para que los fines de semana los dediques por completo a estar con los que quieres.
Si es por lo segundo, quizá debas analizar si por ejemplo es culpa de que no delegas lo suficiente.
Y así tienes que seguir hasta llegar a la conclusión de si te interesa el cambio o no.
¿Entiendes el proceso?
Pues venga, a reflexionar.
Y si necesitas ayuda, ya sabes dónde estoy.
Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – Reflexiona