¿Se te ocurriría coger un elefante en brazos?
Lógicamente no, ¿verdad?
Todos tenemos muy claro lo que pesa y lo escasas que son nuestras fuerzas en comparación.
Sin embargo, eso es lo que seguramente intentas cada día cuando te enfrentas a tu agenda y preparas lo que popularmente se llama “la lista de las buenas intenciones”.
Y esa es la razón por la que probablemente acabas el día lleno de frustración, y pensando que te falta tiempo.
Pero es que es normal, porque tu optimismo te lleva a apuntar cosas para hacer como si no hubiera un mañana.
Y al acabar el día y vuelves a mirar tu lista, lo que probablemente te encuentras es que apenas has acabado la tercera o la cuarta parte de las tareas.
Y la razón es simple:
las buenas intenciones no son suficientes para que una planificación funcione.
Mira, te voy a poner un símil para que lo entiendas mejor.
Imagina que te toca un buen pellizco en la lotería, y te pones con tu pareja y tus niños a hacer la lista de todo lo que os vais comprar.
Una casa más grande, un coche nuevo, un viaje espectacular…
Pero a diferencia de la lista de buenas intenciones que hablábamos antes, en ésta apuntarás algo esencial: el coste aproximado junto a cada objeto.
Y, además, calcularás la suma del total, y tras verla es probable que tengáis que renunciar a algo de la lista porque el premio no es suficiente.
En este caso, la realidad se percibe claramente gracias a la valoración del coste aproximado de cada cosa y la suma total.
Es decir, a enfrentar las intenciones con las posibilidades.
Algo que, cuando hablamos de tiempo, no se hace con la misma intensidad, o directamente no se hace.
Y esa es la razón por la que acabas diciendo: “me falta tiempo”
Pero no es que te falte tiempo, es que al no previsionar el tiempo preciso que requerirá cada una de las cosas que quieres hacer, te pones a gastarlo como si fuera infinito. Algo que evidentemente no es así.
En definitiva, que para gestionar tu tiempo es vital que lo asumas como el recurso escaso que es, y que le asignes a cada cosa que quieres hacer, por riguroso orden de importancia, la cantidad que consideres adecuada, pero no más.
O sea, que trates el tiempo como si fuera dinero.
Que la productividad te acompañe!
Rafael Valero
PD – ¿Has hecho alguna vez el cálculo de lo que cuesta en dinero cada minuto de tu vida?