Los cumplidos gustan, pero muchas veces antes de verles el placer causan incomodidad.
Haz memoria a ver si alguna vez te ha pasado esto.
Pasas por el lado de uno de tus empleados y le dices algo así:
“Buen trabajo con esa presentación”, o “Ha estado muy bien cómo has reconducido a ese cliente enfadado”
¿Cuál es su reacción?
a) Te responde con una broma: “jajaja, sí, a veces hago mi trabajo”
b) Juega al ping pong con el halago: “!No, no, fuiste tú! ¡No habría podido hacerlo sin tu ayuda!
c) Cambia rápidamente de tema: (sonrisa incómoda) “¿Viste el partido de ayer?”
d) Lo descarta: “No ha sido nada, sólo hacía mi trabajo”
e) Pasa el crédito a otro: “Todo ha sido gracias a mi compañera”
f) Se quita mérito: “En realidad no creo que haya sido tan bueno”
…
¿Te suena alguna de estas respuestas?, seguro que sí.
Y podrías pensar que tus empleados tienen baja autoestima, pero no es eso.
Verás.
En un estudio que se hizo hace unos años, resultó que el 70% de un grupo de 400 personas asociaban los cumplidos con sentimientos de vergüenza o incomodidad.
Y algunos sí tenían baja autoestima, pero la mayoría no.
¿Entonces por qué pasa?
Pues mira, razones hay muchas, pero en la mayoría de los casos tiene que ver con que les pilla por sorpresa.
Es decir, que puede que en el caso de tus empleados, estos no estén acostumbrados a que los halagues a ellos, o a que no halagues nunca a nadie, y eso les pilla desprevenidos.
Y entonces se desencadena lo que se llama “secuencia sorpresa” que aparece ante una situación inesperada, que puede ser igual cuando se recibe un cumplido agradable que no están preparados para recibir o cuando pasean por un pantano y se encuentran con un cocodrilo.
Si tenemos en cuenta que tu trabajo consiste en que tu equipo y la gente que te rodea en la empresa se sientan cómodos y seguros, está claro que las sorpresas, aunque sean buenas, no son lo que más te ayuda, ¿verdad?
Y ahora podrías pensar que para que no se sientan incómodos lo mejor es no halagarles nunca y así se acaba el problema.
Pero la solución es todo lo contrario y lo que has de conseguir es que halagarles sea una costumbre.
Pero que sea merecida.
Porque a partir de que la sorpresa deje de serlo, se esforzarán por recibir los tan anhelados halagos del jefe y eso incrementará la productividad como no te imaginas.
Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – Ten en cuenta que los cumplidos tienen más que ver con quien los da, que con quien los recibe