odos los que nos dedicamos a la productividad no nos cansamos de repetir eso de:
“Dedícate sólo a las cosas importantes que sólo puedes hacer tú y que te llevan directamente al logro de tus objetivos, y olvídate de todo lo demás”.
Y en realidad, esta es una de las bases principales de la eficacia y la productividad.
Sin embargo, es cierto que es más fácil decirlo que hacerlo, porque las circunstancias de cada uno son muy diferentes y no todos pueden hacerlo así tal cual.
Pero aunque sea así, complicado, es por lo que tienes que pelear.
Porque sólo si te dedicas a esas cosas importantes conseguirás el tiempo que quieres.
Ahora bien, ¿cómo se logra esto?
¿Cómo puedes dedicarte sólo a esas cosas, si tus equipos no están “preparados” para ejecutar todas esas tareas que haces tú pero que no deberías hacer tú?
¿Cómo hacer esto si estás sólo en tu negocio?
Pues la respuesta es bien simple: a tu ritmo.
Mira, ser productivo no es algo que se consiga de la noche a la mañana.
Da igual cuántas buenas técnicas, cuántas buenas ideas, y cuántos buenos consejos te den, porque en la mayoría de los casos no los puedes aplicar de golpe.
Pero hay un detalle importante en todo esto, y es que no es lo mismo actuar de determinada manera cuando no sabes que existe una mejor, que hacerlo sabiendo que existe una mejor pero que de momento no puedes usarla.
El quid de la cuestión es que sepas cómo se hace y que en la medida de tus posibilidades vayas cambiando tus rutinas y formas de actuar hacia ese nuevo modo.
Y una de las cosas que tienes que ir haciendo, y que sí puedes implementar desde hoy mismo, es simplificar.
Tienes que simplificar tus procesos y tus tareas.
Y para ello, puedes hacer lo siguiente…
Pregúntate:
¿Estoy haciendo algo que, sabiendo lo que sé ahora, no volvería a empezar a hacerlo?
¿Me estoy relacionando con alguna persona a nivel personal o profesional, que si hoy empezara de nuevo no volvería a relacionarme con ella?
¿Estoy ofreciendo algún producto o servicio, que sabiendo lo que sé ahora, no volvería a comercializar?
¿Estoy haciendo algún gasto de tiempo o de dinero, a nivel personal o profesional, que sabiendo lo que sé ya, no volvería a hacer?
Si tu respuesta a alguna de estas preguntas es que sí, entonces la siguiente pregunta que tienes que hacerte es: ¿cómo puedo salir de esa situación lo antes posible?
Y a continuación, te creas un plan y te estableces una fecha límite para eliminarlo de tu vida, o como mínimo, para minimizar el impacto que tenga sobre ti.
Cualquier tarea o actividad que estés haciendo, o cualquier relación que estés manteniendo, que no te esté llevando a donde quieres, es candidata para dedicarle menos tiempo o ser interrumpida.
Insisto en que sé que no es sencillo, pero podemos trabajarlo.
Que la productividad te acompañe!
Rafael Valero
PD – Pregúntate una y otra vez si hay algo a lo que puedas dedicarte más o menos, empezar a hacer o dejar de hacer.