Luis M. es uno de los primeros clientes que me contrató una mentoría.
Me contrató porque la empresa que había montado no funcionaba y si no ponía solución urgente, en un máximo de 3 meses tendría que cerrar.
Y si cerraba, no solo perdería todo lo que había invertido, sino que además, tendría que seguir pagando el préstamo que había sacado para financiar el equipamiento.
Verás.
El negocio que había montado Luis era una tienda de chucherías.
Y no eligió esa actividad porque fuera la idea de sus sueños.
Qué va.
Simplemente, se había quedado sin trabajo, y había oído por ahí que las tiendas de chuches funcionaban muy bien y que siempre iban a tener clientes.
Porque los niños nunca se acaban.
Además, tenía localizado un local perfecto, con un precio muy asequible y unos enormes ventanales donde podría poner las ofertas.
Pero en los 6 meses que llevaba abierto no había logrado cubrir ni siquiera los gastos básicos.
Ni tampoco cobrar un sueldo mínimo.
Luis me contó que había seguido todos los pasos que había encontrado por internet para montar una empresa .
– Le había puesto como nombre “Chucherías Luis y Juani” porque dejaba claro a qué se dedicaba.
– Para ahorrar, el logotipo lo había diseñado él mismo con una aplicación de esas que hay por internet.
– Había creado un exhaustivo presupuesto basado en un nivel de ventas bajo, pero diario.
– Las chuches se las había comprado al mejor proveedor del mercado, que le había hecho un precio especial por la compra del pack de apertura, que aunque era más de lo que necesitaban, merecía la pena por la oferta.
– Y había elegido unos muebles de color madera muy bonitos que se adaptaban a la perfección al espacio que tenía en el local.
La cuestión es que ya desde los primeros días las ventas no funcionaban.
Y aunque eso le mosqueaba bastante, pensó que tenía que darle un poco de tiempo.
Pero tras el primer mes, apenas había vendido a unos cuantos ancianos que compraron chuches para sus nietos.
Y esa había sido la misma tónica del resto de meses.
Luis no entendía nada.
Había seguido todos los pasos y tenía una tienda muy bonita. Pero no vendía.
¿Qué podía estar pasando?
Pues ya te lo digo yo, porque aunque hay varios errores de libro, el más importante con diferencia es que se había olvidado de lo más importante de todo.
El cliente objetivo.
Bueno, no es que se olvidara, lo que pasa es que era tan obvio que no lo tuvo en cuenta para nada.
Y al no tenerlo en cuenta, tomó decisiones muy equivocadas.
En este caso, y como más obvia, la ubicación del local.
Porque sí, era muy bonito, estaba en una buena calle, tenía un buen tamaño, y los ventanales daban mucho juego.
Pero no se había fijado en que la zona donde lo había alquilado no era la que más le convenía.
Porque para empezar, estaba bastante separada del centro y junto a una residencia de ancianos.
No había colegios ni parques cerca.
Y el paso de personas caminando por delante era muy bajo.
Y aunque sí que pasaban muchos coches, no era fácil parar ni en doble fila.
Si Luis se hubiera centrado en el cliente objetivo, habría buscado un local que estuviera allí donde estos estaban, como por ejemplo junto a un parque o un colegio, o con mucho paso de viandantes.
Y aunque es posible que no hubiera podido ser tan grande y bonito, y que el alquiler hubiera sido bastante más alto, habría merecido la pena.
La decisión era fácil. Cambiar de ubicación.
Y lo hizo.
Con mucho esfuerzo y pidiendo más dinero prestado.
Pero hoy, 5 años después, aún tiene abierta la tienda y le está dando un sueldo decente.
De esta historia, que es bastante común entre los emprendedores primerizos, con lo que tienes que quedarte es que lo más importante de todo siempre es el cliente.
Y aunque todo lo demás también es muy importante, de poco te servirá si no estás allí donde tu cliente te pueda encontrar.
Disfruta del día!
Rafa Valero
PD – Si tu empresa no está vendiendo lo que crees que debería y no encuentras el motivo, contrata una de mis consultorías y te ayudo a identificarlo.