Hoy te voy a contar cómo descubrí la importancia de usar checklists a través de una historia real que me hizo pasar mucho miedo.
Mira.
La primera vez que viajé en avión, hace ya muchos años, me sentaron en las primeras filas y pude ver cómo los pilotos trasteaban botones sin parar.
Lo primero que pensé es que menuda suerte había tenido de que me sentaran ahí delante y de que hubieran dejado abierta la puerta de la cabina porque iba a poder ver cómo pilotaban.
La verdad es que estaba embobado viendo tanta lucecita y botón en aquel cuadro de mandos, y sólo pensaba en lo que les iba a vacilar a mis amigotes cuando se lo contara.
Pero la emoción duró bien poco y pasé de estar entusiasmado a pasar miedo.
Mucho miedo y angustia.
Verás.
Resulta que me di cuenta de que tanto el comandante como el otro, tenían en las manos sendas carpetas con un montón de papeles, y los utilizaban para repasar punto por punto que todo lo que había en el panel de mandos estuviera bien.
No me podía creer la mala suerte que había tenido.
¿Cómo era posible que una compañía como Iberia pusiera a 2 pilotos inexpertos en el mismo avión?
Imagínate el vuelo que pasé.
La palabra miedo se queda corta para expresar lo que viví.
Y menos mal que el vuelo fue tranquilo y no pasó nada, porque si llega a ser de esos que no paran de botar, no sé yo cómo lo hubiera superado.
Cuando llegué al destino y se lo conté al familiar que vino a recogerme éste no podía parar de reírse.
Se rió tanto que incluso me ofendí.
Yo no le encontraba la gracia por ningún lado.
Bueno, no se la encontraba hasta que me explicó que lo que hacían era seguir un checklist como medida de seguridad para que no se les olvidase dar y/o revisar ningún paso.
¡Y lo hacían en todos los vuelos!
Vamos a ver…
¿Me quieres decir que esos tíos que han estudiado un montón para manejar un avión, y que además se pasan la vida pilotando, tienen que seguir un checklist para que no se les olvide nada?
¿Es que no tienen memoria?
Pues claro que tienen memoria, y seguro que después de tantas horas de vuelo podrían hacer todo ese proceso con los ojos cerrados.
¿Pero para qué arriesgarse a errar o a perder el tiempo intentando recordar qué paso va antes y cuál después?
¿No es más fácil seguir un orden establecido previamente y así no tener que dedicar tiempo y esfuerzo a recordar?
Piénsalo.
Si creásemos checklists para todas esas tareas repetitivas que hacemos en nuestras empresas, nuestros trabajos, o incluso a nivel personal, seguro que ahorraríamos muchísimo tiempo y evitaríamos quebraderos de cabeza y errores.
Lo que pasa es que sólo nos acordamos de lo bueno que sería tener ese checklist cuando ya hemos empezado la tarea, y para entonces ya es tarde.
Así que pensamos…»para la próxima lo creo».
Pero la siguiente vez vuelve a pasar lo mismo, y se vuelve a perder un montón de tiempo.
Y así nos pasamos la vida maldiciéndonos a nosotros mismos por lo poco que nos rinde el tiempo.
Y todo por no pararnos un rato a crear un simple checklist.
En fin…
Que la productividad te acompañe!
Rafael Valero
PD – Mientras escribo este email y lo recuerdo me estoy riendo, pero aquel día no me reía tanto.