Es demasiado fácil distraerse.
Cada vez nos enfocamos menos y prestamos menos atención.
Da igual cuánto nos esforcemos por concentrarnos, porque los cantos de sirena de las redes sociales, o de cualquier otra cosa, son más fuertes incluso que nuestras propias ganas de lograr los objetivos.
Si no, piénsalo…¿Cuántas veces has estado metido a tope en una tarea importante y de repente, sin venir a cuento, te has distraído?
Yo, para no ir más lejos, mientras escribo este email he…
- Contestado 2 mensajes de WhatsApp
- Echado un vistazo a LinkedIn
- Observado cómo mi hijo buscaba algo por la casa
Lo malo de distraernos no es que te “despistes” un poco. Lo verdaderamente malo es que cada vez que desviamos nuestra atención de lo que estemos haciendo, puede retrasarnos hasta en 25 minutos. ¡Por cada interrupción!
Y ese constante vaivén mental llega a ser realmente agotador y generarnos mucho estrés.
Lo bueno, es que parece que está claro a qué se debe y, por lo tanto, podemos poner soluciones.
Verás, hay un estudio que dice que en 2004 los usuarios de ordenadores cambiaban su atención cada 150 segundos.
En 2021 eso cayó a sólo 47 segundos.
Según esto, podríamos echar la culpa a lo digital, ¿no?
Sin embargo, muchas veces nos distraemos simplemente con pensamientos que no vienen a cuento con lo que estés haciendo, como por ejemplo, tener la repentina necesidad de recordar el nombre de un conocido.
En cualquier caso, da igual que los gurús de la productividad digan que debes enfocarte al 1000% cada vez que hagas algo, porque aunque nos ralentice y nos genere estrés, distraernos también es una necesidad.
Porque nuestros cerebros requieren de variedad.
Aunque eso sí, a ser posible lo ideal es evitarlo en tus horas “doradas”, esas en las que por tus niveles de energía eres más productivo.
En mi caso es más o menos entre las 10h de la mañana y hasta la hora de comer (normalmente las 14h).
¿Y cómo evitarlo, o cómo recuperar el enfoque en las horas doradas?
Pues para empezar, identificando en qué momentos o qué desencadenantes provocan que busques la distracción.
Por supuesto, minimiza las distracciones desconectando avisos, cerrando aplicaciones, o alejando en la medida de lo posible aquellas cosas que sabes que te tientan.
Y cada vez que vayas a rendirte a cualquier distracción, pregúntate qué te va a aportar.
Aunque yo pienso, que de todas las opciones que tienes para controlar las distracciones, la más poderosa con diferencia es que seas tú quien determine cuándo te vas a “relajar”, porque si tu cerebro sabe que lo tienes planificado, se desviará menos.
O eso se supone.
Que la productividad te acompañe!
Rafael Valero
PD – Si tienes algún sistema muy eficaz para controlar las distracciones y quieres compartirlo, estaré encantado de que me las cuentes respondiéndome a este email.