Planificar es en ocasiones una tarea que da pereza por lo laboriosa que es.
Pero también es verdad que esto suele pasar cuando lo que pretendes es planificar de manera consciente.
Porque aunque no te lo creas, de manera inconsciente te pasas la vida planificando.
Tú no te das cuenta, pero estás continuamente intentando adivinar cuál va a ser el resultado de toda situación que se te presenta.
O esto es, más o menos, lo que David Allen, creador del método de organización GTD, llama “proceso de planificación natural”.
Este proceso se basa en que nuestra mente, cuando se encuentra ante distintas situaciones que requieren de actuar para obtener un resultado X, sigue 5 pasos de manera casi automática:
- Definir propósitos y principios
- Visualizar resultados
- Generar tormenta de ideas
- Organizar
- Identificar siguientes acciones
Quizá viéndolo así te parezca poco claro, pero si lo vemos con un ejemplo, seguro que lo entiendes mejor.
Imagina que un día, de repente, piensas que has de contratar a un nuevo empleado, ya sea porque estás teniendo más trabajo, porque se te ha puesto alguien de baja, o simplemente porque quieres mejorar la calidad del servicio.
Y ahí empieza tu proceso de planificación natural.
Lo primero que haces de manera inconsciente, es marcar los límites del proyecto en base a tus principios, como por ejemplo, pensando qué tipo de persona tiene que ser el nuevo empleado.
Aquí puede que seas consciente o no de esos principios, pero tanto si lo eres como si no, tú vas a pensar de acuerdo a ellos y descartarás cualquier cosa que no entre dentro de esos límites.
Lo siguiente que harás es visualizar los resultados, es decir, que de alguna manera ves la mejora que obtendrán los clientes, el comportamiento que tendrán los compañeros con el nuevo empleado, e incluso también quizá imagines tu relación con él y cómo evolucionará todo.
A continuación empiezas con la tormenta de ideas para determinar cosas como por ejemplo: dónde poner los anuncios, cuánto te quieres gastar en el proceso, quién lo va a hacer, qué empleado le dará la formación, etc.
Hasta aquí tenemos tu propósito, que es contratar un nuevo empleado. La visualización, que es asumir en qué consistirá el resultado. Y la tormenta de ideas que te ofrecerá las alternativas para hacerlo.
Y a partir de ahí es cuando empiezas a organizar toda esta información, identificando y clasificando componentes, prioridades, secuencias, etc.
Por último, lo que haces es decidir cuál será la siguiente acción, como por ejemplo: pedir a la asesoría laboral la información del coste que tendrá para ti cada mes, y la nómina que cobraría el nuevo empleado.
Y ya está.
Al final, la planificación natural es esa manera, más o menos automática, en que sueles hacer las cosas en tu día a día.
Primero: Tienes la intención de hacer algo
Segundo: Imaginas los resultados
Tercero: Generas las ideas para hacerlo
Cuarto: Las clasificas
Quinto: Defines qué es lo primero que vas a hacer para convertirlo en realidad.
Y todo esto, de manera natural y sin pensar demasiado en ello.
En fin, espero que ser consciente del cómo logras lo que logras te ayude a determinar si necesitas sentarte a planificar, o si te puedes permitir el lujo de seguir así.
Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – Ser consciente del por qué pasan las cosas te ayuda a tomar decisiones.