Hoy te voy a contar cómo gracias a cambiar el orden en que te dices las cosas vas a poder ser más efectivo.
Verás.
Muchas veces por muy buenos que sean los métodos de organización que utilices no hay forma de avanzar a un ritmo decente sin sentir el peso del agobio por todo lo que hay que hacer.
Porque cuando te haces empresario, o eres ascendido a un puesto de responsabilidad, ya sabes que vas a tener mucho trabajo.
Mucho del que dominas, y mucho más del que no dominas tanto.
Pero aún así lo coges ilusionado con la esperanza de que algún día todo ese esfuerzo te reporte una gran recompensa.
Recompensa que aunque en un principio siempre se imagina en formato de dinero, la realidad es que en el fondo quieres que sea en forma de tiempo.
Pero esto tiene un precio.
Y la mayoría lo paga a base de dedicar muchísimas horas porque no conocen otro modo de lograr las cosas.
Y ese exceso de horas es el que más ayuda a llegar al estrés y la desgana.
Pero como ya te he dicho en varias ocasiones, no consigue más el que más horas trabaja, sino el que mejor las utiliza.
Y, a veces, basta un pequeño cambio en la forma de decirte a ti mismo las cosas para que esa fuerza que necesitas no se vea mermada por el agobio.
Te lo cuento.
Mira, las personas solemos referirnos a lo que hay que hacer utilizando las palabras “tengo” o “debo”
“Mañana tengo que levantarme temprano para preparar la presentación”
“Debo llamar la atención a Pedro porque siempre llega tarde”
Y eso causa agobio por el propio significado de obligación que tienen.
Sin embargo, modificando la forma de formular esas frases todo cambia para mejor.
O sea, que en lugar de pensar que tienes la obligación de hacer algo, piensa que tienes la oportunidad de hacerlo.
“Tengo la oportunidad de preparar con tranquilidad la presentación si me levanto temprano mañana”.
“Tengo la oportunidad de conseguir que Pedro deje de llegar tarde si hablo con él”.
Este simple cambio hace que tu forma de percibir tus tareas sea muy distinto, y pasas de verlas como cargas a verlas como oportunidades.
A ver, que tampoco hay que autoengañarse, porque en realidad sí que puede que tengas que levantarte temprano y que tengas que darle la turra al empleado, pero también es verdad que son una oportunidad.
Y aunque ambas versiones sean ciertas, decirlas de una manera o de otra cambia radicalmente tu manera de verlo y por tanto el resultado que puedes lograr.
Al final, las cosas mejoran según cómo quieras ver tú el mundo que las rodea.
Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – En una ocasión le preguntaron a un joven minusválido que cómo de difícil le resultaba estar «atado» a una silla de ruedas, a lo que él respondió que si no fuera por la silla estaría «atado» a la cama y no tendría la posibilidad de moverse con libertad.