En una ocasión, unos expertos en productividad quisieron hacer un estudio para aumentar el rendimiento de los trabajadores de una fábrica en base a la variación de las condiciones de trabajo.
Para ello, eligieron a un grupo de trabajadores y les explicaron que iban a hacer una serie de pruebas para dar con la mejor combinación de condiciones de trabajo y así lograr la mayor productividad con el menor número de errores.
Lo primero que hicieron fue aumentar la iluminación de la zona de trabajo, y al cabo de un par de días la producción había aumentado y los fallos habían disminuido.
A continuación, hicieron todo lo contrario, es decir, bajaron la intensidad de la luminosidad, y la sorpresa fue mayúscula cuando comprobaron que la producción volvía a subir.
Entonces continuaron con más pruebas…aumentaron y disminuyeron el nivel de ruido y de la temperatura, pusieron y quitaron música, alteraron la disposición de los asientos, cambiaron el orden de trabajo de cada empleado, y unas cuantas cosas más.
Y el resultado fue que en todos los casos seguía aumentando la productividad.
El desconcierto de los expertos era tal, que decidieron juntar a los trabajadores para explicarles lo que había sucedido, y para preguntarles que por qué creían que había aumentado la producción independientemente de los cambios que habían ido implementando.
Y la respuesta fue sorprendente, porque lo que les dijeron es que nunca antes nadie en la empresa les había escogido para nada y que siempre los habían tratado como meros trabajadores.
O sea, que su autoestima y el respeto que sentían hacia sí mismos había aumentado sólo porque los habían elegido como sujetos del experimento.
Ahora se creían una parte más importante dentro de la empresa, y por eso se habían esforzado más que nunca por hacer bien su trabajo.
Cada cambio en las condiciones les recordaba que estaban siendo observados y que habían sido elegidos para mejorar la empresa, así que trabajaban más duro y mejor y, por lo tanto, aumentó su productividad.
¿Qué te quiero decir con esto?
Primero, que tus empleados son fundamentales para que los resultados de tu empresa sean los más altos posibles.
Por lo tanto, no los veas como un número y hazles sentir lo importantes que son para ti.
Y segundo, que apartar tu atención de aquellas actividades que menos te aportan y dirigirla a las que de verdad son importantes es básico para alcanzar lo que sea que te propongas mucho más rápido y con menos esfuerzo.
Así que ya sabes, toma buena nota de todo esto y ponte manos a la obra.
Que la productividad te acompañe!
Rafael Valero
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