A las personas, por regla general, no nos gusta tomar decisiones.
Y menos aún, si hay demasiadas opciones entre las que elegir.
Por eso hay gente que prefiere ir a un restaurante de menú, que a uno a la carta.
Que no es por el precio como muchos creen.
Si no, porque en el de menú hay como mucho un par de opciones entre las que elegir: carne o pescado.
Y en el de a la carta te puedes encontrar decenas.
Pues bien, este poco agradable “trabajo” de tener que decidir, a muchos les empieza por las mañanas a primera hora.
Cuando se enfrentan a la lista de tareas y se hacen la típica pregunta de: ¿Por dónde empiezo?
Y eso provoca que, ya de buena mañana, se atasquen.
Puede que solo sean unos minutos, o puede que la duda les lleve a procrastinar varias horas.
Pero, en cualquier caso, ese atasco de primera hora, que es cuando más fresco se está, hace que se rinda menos y por ende, se empiece siendo menos productivo.
Yo soy de esos.
De los que prefieren restaurantes de menú.
No me gusta nada elegir, y menos si tengo demasiadas opciones.
Y durante mucho tiempo he estado empezando las mañanas con tareas muy poco productivas, porque eran las “fáciles”.
Pero el problema que me encontraba, es que como dejaba las importantes para después, raramente las hacía porque ya me metía en la locura del día y tenía que aplazarlas.
Otra vez.
Como cada día.
La solución que apliqué es mucho más simple de lo que te imaginas.
Consiste simplemente en adoptar el hábito de la revisión nocturna.
Lo que hago es que, justo antes de acostarme, reviso mis listas de tareas y elijo el orden de lo que voy a hacer a la mañana siguiente.
Elijo solo el orden, porque las tareas ya las tengo programadas desde mi revisión semanal.
Y no te haces una idea de cuánta claridad te da cuando te pones a trabajar a primera hora.
Yo lo hago justo antes de acostarme.
Pero muchos que conozco lo hacen en los últimos momentos de su jornada laboral.
Tú hazlo como más te apetezca.
Pero hazlo.
Porque esto apenas te lleva 5 o 10 minutos, y a cambio te puede ahorrar mucho tiempo y “quebraderos de cabeza” por las mañanas.
Y, además, descansas mejor porque tu cabeza no está dándole vueltas a lo que tienes que hacer al día siguiente.
En fin, pruébalo y ya me contarás.
Porque el pequeño esfuerzo merece la pena.
¡Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – Es muy poco productivo perder los momentos de mayor lucidez que tienes a primera hora de la mañana después de haber descansado varias horas.