Liderar una empresa tiene sus desafíos.
Las noches largas, las decisiones difíciles y los momentos de incertidumbre mellan a cualquiera.
Especialmente cuando la situación se complica.
Pero cuando miras más allá de los obstáculos, ves que buena parte de su belleza radica precisamente en estos desafíos.
¿Y por qué te cuento esto?
Pues porque el otro día, hablando con uno de mis nuevos clientes de mentoría, me exponía que estaba cansado de tanto guerrear.
Y que se estaba planteando cerrar la empresa y buscarse un trabajo.
Y eso que su caso no es de los peores, porque su negocio marcha razonablemente bien.
Sin embargo, él no se siente pleno.
¿Qué empresario no ha pasado nunca por un momento de duda así?
Momentos en que te dices a ti mismo: “¿Quién me mandaría convertirme en empresario?”
Y es que, cuando uno decide dar el paso y darse de alta en Hacienda para crear un negocio, lo hace pletórico.
Porque dirigir una empresa suena elegante, ¿verdad?
Y aunque en ese momento ya te imaginas que el camino no será fácil, realmente no eres consciente del todo de lo que duele de verdad.
Pero ahora no le voy a dar vueltas a todos esos sentimientos que padeces cuando las cosas se ponen difíciles.
Mejor voy a recordarte cuáles son las cosas buenas de tener tu empresa, por si justo ahora estuvieras pasando por un momento de “duda” como el de mi cliente.
Mira, para empezar puedes dar rienda suelta a tu libertad creativa, porque cuando lideras una empresa, eres el director de tu propia sinfonía, y tienes el poder de dar rienda suelta a tus ideas, convertirlas en proyectos reales y ver cómo impactan en el mundo.
No tienes que seguir las normas de otros; ¡tú defines las tuyas!
Por otro lado, dirigir tu empresa te permite aprender constantemente aunque no quieras.
Tanto de las cosas buenas, como de las malas.
Es como hacer un máster en tiempo real, que ni mil carreras universitarias podrían igualar.
En cuanto a la independencia, y el no tener que responder ante nadie más que tú mismo, no tiene precio.
Porque es verdad que en muchas ocasiones te hace sentir demasiado solo, pero cuando lo asimilas, te hace crecer.
Lo que haces al dirigir tu empresa tiene un impacto real en las personas.
Unas veces en muchas, y otras solo en unas pocas.
Pero saber que formas parte del motor del progreso, creando empleos, impulsando la economía, o incluso cambiando el mundo, son una fuente de satisfacción inmensurable.
Si eres un amante de los rompecabezas y de resolver acertijos, dirigir tu empresa es lo ideal, porque cada día te enfrentas a nuevos desafíos que requieren de tu ingenio y creatividad.
Creces no solo a nivel profesional, sino también como individuo, porque a medida que te enfrentas a todos estos desafíos y superas obstáculos, también te enfrentas a tus miedos y limitaciones, y eso hace que te sientas más fuerte y capaz.
Y, por supuesto, te permite perseguir tu pasión a través de algo que te gusta, y construir algo que puede perdurar mucho más allá de tu vida.
¿Te parece suficiente?
Pues venga, a seguir trabajando.
Porque al final dirigir tu empresa es un viaje muy chulo que incluso cuando te enfrentas a lo oscuro hace que cada paso merezca la pena.
¡Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – No sé, hoy me sentía ñoño
