Si hay algo que es ya casi inevitable para cualquier persona moderna, eso son los viajes.
Los hay de trabajo, y los hay de placer.
Pero si existe un denominador común en todos ellos, eso es que consumen tiempo.
Mucho tiempo.
En todos.
Sin embargo, aunque buena parte de ese tiempo es aprovechable, la mayoría de los mortales no lo aprovechan.
Mira, si el viaje es de placer, pues bueno, al fin y al cabo vas con la intención de divertirte y disfrutar, y tampoco es plan de ir aprovechando minutos que no sean para gozar más fuerte.
Pero si el viaje es de trabajo, sí deberías aprovechar cada instante.
Sé que cuando eres “novato” en los viajes de trabajo, la simple intranquilidad de evitar imprevistos, llegar a tiempo a todos sitios y cumplir con el objetivo principal del viaje, te genera tal estado de ansiedad, que no estás para aprovechar nada.
Pero al final, un viaje no es más que una parte de tu tiempo utilizada de una manera “menos habitual” de tu vida.
Y sabiéndolo, lo único que tienes que hacer es planificar en consecuencia.
Porque si lo piensas, no suelen ser minutos los que se “pierden” cuando viajas, sino que son horas, y no pocas.
Esperas en las terminales de aeropuertos y estaciones de tren, traslados en taxi o autobús, colas, etc.
Los viajeros de negocios experimentados ya están acostumbrados y hacen vida “casi normal” cuando viajan.
Son esos que según llegan al aeropuerto sacan su portátil y se ponen a trabajar como si estuvieran en su despacho.
Pero cuando no estás tan acostumbrado esto no es tan sencillo.
Porque la ansiedad que te comentaba antes no te deja centrarte, y prefieres quedarte sentado a esperar, con las antenas puestas en todo lo que pasa a tu alrededor, antes que arriesgarte a llegar tarde o perder un avión.
Sin embargo, basta con que revises tus listas de pendientes, para que encuentres decenas de tareas que podrías hacer en esos “ratos muertos”.
Que aunque no sean súper importantes o relacionadas con el viaje que realizas, también has de hacerlas.
Algunos ejemplos podrían ser:
- Reflexionar sobre algún problema
- Garabatear ideas sobre un nuevo proyecto
- Escribir tu diario
- Leer artículos que tengas guardados
- Responder emails enquistados
- Hacer llamadas telefónicas
- Descansar
- Formarte
…
No sé, hay tantas posibilidades que me haría eterno.
Tú sólo busca en tus listas, que seguro que encuentras varias que podrías hacer en esos momentos.
Y lo ideal, además, es que éstas las planificaras antes del viaje y no cuando ya estás en él.
Es decir, que cuando planifiques tu viaje, no sólo pienses en los aviones, los trenes, las rutas, y los hoteles.
Sino que prepares también qué vas a hacer entre medias de todo eso y en los ratos muertos.
Porque acuérdate de que es más fácil hacer si lo tienes planificado, que si tiras de la memoria.
Que la productividad te acompañe!
Rafael Valero
PD – Si así lo decides, también podrías no hacer nada de nada más que pasar el rato. Pero si lo haces, que sea por decisión tuya, no porque te pille desprevenido.